Datos personales

martes, 19 de septiembre de 2017

¡QUE NO, SEÑOR, QUE NO QUIERO!





¡Que no, Señor, que no quiero
vivir la vida asomada
como cuadro de museo
al quicio de mi ventana!
Que quiero salir afuera,
que quiero sentir mi alma.
Que a la vida hay que quererla,
sentirla, saborearla,
caminar en su camino,
y hasta sufrirla, ¡caramba!.
Que la vida hay que sufrirla
para poder valorarla.
Quien no ha sufrido en la vida
no tiene curtida el alma,
y eso es tan necesario
como el aire que nos calma
los calores y sudores,
y nos hace respirarla.
Que también, amiga mía,
la vida hay que respirarla, 
porque quien no la respira
no sabrá nunca apreciarla.
Respirar los sinsabores,
las alegrías y la calma,
y así llenar los pulmones
de trocitos de esperanza.
No desfallezcas, amiga,
si la vida se te enfada,
porque la vida está viva
y también tiene su espada, 
que saca de vez en cuando
cuando se siente frustrada.
Entonces, lucha y no llores,
no hay tiempo para llorarla;
que la vida se te enfrenta
para que aprendas a amarla.
Aunque te resulte dura
la senda que ella te traza,
camínala sin dudarlo.
Si en ella algo te espanta,
no te acobardes, amiga,
y mírala cara a cara;
que la vida no es cobarde,
y no quiere que tu hagas
lo que hace el avestruz.
Por eso, ella te demanda 
que levantes la cabeza
y que grites, si hace falta.
¡Que no, Señor, que no quiero
lo que ahora tú me mandas!
Quiero salir a la calle
y gritar con toda el alma
que Dios me puso en el mundo
para algo más que mirar
la vida por la ventana.
¿Que hay otra vida? Sin duda.

PERO ESTA HAY QUE APROVECHARLA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario