El pábilo de la vela
llenó mis sentidos
con su mortecina luz.
Con sus cambios
animó a mi maltrecho corazón
a sentirse menos desvalido.
En su colorida llama
se quemaron mis desilusiones
y negros pensamientos,
que fluctuando,
fueron convirtiéndose en humo.
Saliendo de la nada,
duendes y hadas me animaron
a seguir por mi vida,
esta vida, que ahora
se me antoja una aventura
eterna y variada,
Un cuento sin fin,
un viaje lleno de hermosos desafíos.
Nieves Buscató
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