Vivió Paco de Lucía
nadando entre dos aguas,
el agua de la grandeza
y de la humildad callada.
Amando siempre a Algeciras,
ciudad que le acompañaba
desde que abría sus ojos
a la luz de la mañana.
Amor hacia sus callejas,
La Plaza Alta, sus playas;
amor que siempre llevaba
cosido a sus esperanza.
Se nos fue el rey del flamenco,
el mago de la guitarra,
que a sus cuerdas le sacaba
bellos jirones del alma.
Triste queda su guitarra
vestida de soledad,
la mano de sus maestro
no la volverá a tocar.
Miles de notas dormidas
en su vientre quedarán,
melodías de colores,
no volverán a sonar.
Su ciudad llora su pena,
pues nunca más lo verá
pasear por sus arenas
a la orilla de su mar.
La añoranza se pasea
en el levante al soplar
y el cielo de su bahía
al Sol no deja brillar.
Se nos fue el rey del flamenco,
el mago de la guitarra,
y dejo un hueco, imposible
de rellenar, en el alma.
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