“De mi
oscuridad surgió una luz que iluminó mi sendero”
Khalil
Gibrán.
Soñé con
volar,
pero mis
pies no despegaban de la tierra.
Soñé con
surcar el cielo
en un vuelo
triunfal
y asomarme a
las alturas;
pero mis
pies seguían pegados al asfalto.
Me asomé a
altos acantilados
y montañas
escarpadas,
con el ánimo
de saltar al vacío;
pero mis
pies se aferraron a las rocas.
Pensé: “Será
el miedo,
la
indecisión,
la
inexperiencia”
Algo muy
dentro de mí gritó,
callándome.
“¿Es que no
ves que te faltan las alas?”
Y volví a mi
casa,
y besé a mis
gentes,
me asomé a
la ventana
y construí
una vida diferente.
Escuché el
ronroneo de mis gatos en mi oído
y miré a los
ojos a mi perro.
Acaricié un
libro entre mis manos.
Subí a la
montaña y contemplé el paisaje,
me asomé al
acantilado
y dejé que
el viento acariciara mi cara,
aspiré el
aire salobre y misterioso
del mar
Mediterráneo.
Y cuando la
sombra me devolvió mi imagen
vi que en mi espalda habían crecido alas.
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