Se llamaba
Sirkán
Una amistad noble es una obra
maestra a dúo.
Paul Bourget
I
La luz se filtra por mi ventana,
y yo estoy triste.
Todo se ha vuelto gris.
Camino de un lado para otro
a cámara lenta,
como sumida en una nube.
A
mi alrededor
el silencio se hizo presente
y no me acostumbro.
Quiero volver a oír
aquellos sonidos familiares
y agudizo mi oído,
pero, nada...
El silencio es ahora mi compañero
y las lágrimas corren por mi mejilla.
La tristeza ocupó el sitio
que tú dejaste.
II
La casa quedó vacía.
Ya no volveré a topar
contigo en cualquier rincón.
No volveré a ver tus ojos
hablándome sin palabras,
ni oiré tu respiración.
No volverás a apoyar
tu cabeza en mi regazo.
Ni nos contaremos cosas
sabiéndonos entendidos
como nadie se entendió.
No volveré a acariciarte,
ni a abrazar tu hermoso cuello.
Todo eso terminó.
No sé si existirá un Cielo
para seres como tú
pero se lo pido a Dios,
porque sé que lo mereces
más que muchos de esos seres,
que se llaman con razón.
Adiós, amigo del alma;
te fuiste y te llevaste
parte de mi corazón.
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